Puerto de Vega era un pueblo ballenero, respetuoso con los usos y costumbres tradicionales de las artes de pesca.
Un tiempo en el que los centenarios balleneros acordaban que el consumo y el control de los recursos se hacía respetando el ciclo vital de los animales porque así se garantizaba la conservación de las especies, nuestra supervivencia y el consumo sostenible de los recursos.
Cansados y valientes balleneros,
teñidos de azul, de mar azul, de azul mahón.
De grandes, fuertes y libres manos.
De pasos rectos, firmes y descalzos
bajo sus barcas de robles y castaños
llegaron hasta hoy, siempre hoy,
sus ejemplares legados.
Valientes y cansados marineros.
(Balbina Álvarez Rguez)
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